05 octubre 2011


"Creo que mi gran virtud es saber interpretar al caballo"

Pablo Falero

A fines de junio de 1991, cuando fue a montar a Starlet en las Carreras de las Estrellas, entabló un diálogo con el titular del stud Tori, caballeriza con la cual después trabajó durante cuatro años. A partir del 95 comenzó su idilio con el haras Vacación, al cual permanece vinculado tanto en lo profesional como en lo afectivo. Acaba de cumplir 20 años de trayectoria en el medio argentino y asegura que hoy disfruta más que nunca de su profesión. "Hay Falero para rato", vaticinó.


-¿Qué recuerda de sus comienzos en Argentina?
-Que llegué con una familia muy joven y apenas dos valijas. La adaptación me costó bastante, al punto que estuve un mes y medio sin ganar. Además, al llegar de un país como Uruguay, del cual habían venido grandes jockeys, la presión era aún mayor. Por suerte fui fuerte en esos momentos, gracias al apoyo de mi familia y también a la de Toscano. Después empezaron a llegar los triunfos y comencé a ganar en confianza.

-Durante esa sequía de triunfos, seguramente más de uno se la jugó a que usted se volvía.

-Y... había comentarios. De esos que duelen. Por ejemplo, cuando fui a darle a Potrillón la pasada final para el Nacional, el dueño del caballo me dijo "agarrate bien, no te vayas a caer". Después no quería que yo lo corriera y Juan Carlos (Maldotti) intercedió para que lo hiciera. En esos momentos había como una burla permanente hacia mi persona. Incluso un jockey decía que yo me iba a volver en una balsa sin soga.

-¿Y cuándo comenzó a disfrutar de las maduras?

-Todo se fue dando de a poco, pero principalmente fue a partir de ganar la Copa de Plata y el Pellegrini del 91.

-¿En qué momento sintió realmente que se había ganado el reconocimiento de sus colegas y de la afición?

-Fue algo que me costó mucho. Y si hubo algo que me ayudó en ese sentido fue la llegada de (Jorge) Ricardo. Ahí fue donde la mayoría de mis colegas reconocieron, en primer lugar, que era buena persona y después que también era bueno corriendo.

-¿Soñó con tener una trayectoria tan destacada?

-Yo salí de Uruguay para darle una mejor calidad de vida y un mejor futuro a mi familia, pero nunca pensé que iba a llegar tan lejos.

-¿Cuál considera que fue el triunfo más importante que logró en aquel medio?

-Sin dudas, el que conseguí con Delivery en el Acebal del 98, cuando volví a competir después de un rodada que me tuvo nueve meses alejado de la actividad. Fue un sueño hecho realidad, un milagro. Además, por cómo se dio el triunfo, ganando cerca del disco, se pareció a esas carreras que uno ve en alguna pelicula. Esas que parecen imposibles, pero que al final terminan con una victoria.

-A propósito, ¿siente que está predestinado para el éxito?

-Totalmente. Hasta tuve la alegría de ganar las últimas carreras que corrí en Las Piedras y Maroñas antes de venirme a la Argentina. En Maroñas, no estaba nada armado, pero la gente se volcó a la cancha después que gané. Fue inolvidable.

¿Cuál es la clave para sobresalir en su profesión?

-Más que nada, el entendimiento con el caballo. Con el tiempo me fui dando cuenta que yo los hago rendir más que otros jockeys. Cualquier caballo y en cualquier distancia. Siempre noté esa diferencia. Creo que esa es mi gran virtud, saber interpretar al caballo.

-¿Y el secreto para mantenerse en lo más alto?

-Ser profesional. Siempre tuve claro que dedicándome al máximo iba a ser muy difícil que los demás me ganaran. Me acuerdo que cuando estaba en Uruguay, una o dos carreras del fin de semana las ganaba la tarde anterior leyendo el diario y estudiando los rivales y el desarrollo.

-¿El mejor caballo que tuvo la oportunidad de montar?

-Creo que el más corredor fue Litigado. Potrillón también fue muy buen caballo, era muy aguerrido, pero Litigado corría mucho.

-¿Y la mejor yegua?

-Tuve la suerte de montar muchas buenas. Una de ellas es la que estoy corriendo ahora, Balada Sale. También tengo muy presente a Potrichal y Potri Pe. Y además monté una que para mí era mejor que Litigado, pero que al final no pudo demostrar mucho por una lesión. Se llamaba Early Princess. Con ella gané el Gran Premio de Potrancas en la milla de San Isidro. Tampoco me quiero olvidar de otras como Qué Felicidad, Pryka, Filarmonía y Beauty Melody.

-Después de tantos años de éxitos, ¿no ha pensado en tomar su profesión de manera un poco más relajada?

-Al contrario, cada vez me intereso más en todo y me gusta más lo que hago y me doy cuenta que cosas que antes se me hacían difíciles, ahora se me hacen fáciles. Arriba de los caballos tengo una tranquilidad que me lleva a ganar carreras que no debería ganar. Y eso hace que disfrute más de mi profesión. La verdad es que hoy sería una pena dejar de correr, porque tengo un rendimiento superior al que tenía cuando era más joven. Y no porque tenga más fuerza, sino porque tengo más experiencia.

(Por Pablo Núñez)